DERRAME DE IRA, COLUMNA POR ALEJANDRA WOOD

Hay momentos en la historia en que de un día para otro lo que es políticamente correcto o públicamente aceptado, deja de serlo. Ejemplos hay varios en los últimos años, pero qué duda cabe de lo sucedido en las últimas semanas en torno a todo tipo de abusos; de poder, sexuales y de conciencia. En el caso de la violencia de género se ha destapado una herida abierta por siglos. Sí. Por siglos el género femenino ha sido objeto de menoscabo en su dignidad.

De muestra, un botón: en una conversación improbable con dos mujeres más, también junta poco probable y con esto digo que no éramos amigas, en un dos por tres comentamos de episodios en nuestras historias en donde hubo acoso. Un profesor de la universidad, el marido de una amiga de la mamá, un desconocido.

Apostamos en ese momento que si hacíamos una encuesta quizá todas, todas las mujeres, habíamos sido transgredidas en algún momento. Desde un pellizcón en el traste en uniforme colegial en adelante, hechos guardados con cierta vergüenza y, por lo mismo, no compartidos.

Ni hablar de las brechas de género en el ámbito profesional, legal y cultural. Es sólo que lo sucedido en las últimas semanas fue la gota que rompió una represa gigante.

¿Qué mostraron las mujeres en la marcha, más allá de las pechugas? Me parece que ira. Toneladas de ira saliendo a chorro.

Hubo discusión entre las féminas respecto de si no se les había pasado la mano. De que así no se conseguiría nada. De que es desde el mundo de las ideas de donde verdaderamente se abrirán posibilidades de un mundo más equitativo. En fin…

Bienvenida la discusión y todo tipo de manifestaciones para que de a poco se vaya poniendo luz en todos los planos del desigual mundo de las mujeres y los hombres. Y paciencia con los hombres que parecen estar sorprendidos unos, descreídos otros y varios ya aburridos con la mujer “tan de moda”.

Estoy segura que en el plano más íntimo de las conversaciones entre las parejas, amistades y laboral, estamos todos por fin intercambiando reflexiones. ¡En buena hora!